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¿Cambiar de canal? No, no es tan fácil

Por Francoise Cavalié Apac

Publicado: 2015-03-01

La formación educativa y emocional de los niños está influenciada por el medio donde ellos se desenvuelven, como la familia y el centro educativo. Pero, existen también otros factores que influyen en la formación de los infantes, tales como los contenidos a los que acceden a través de la televisión y la Internet (redes sociales), y que cada día tienen mayor influencia y poder sobre ellos. 

La televisión representa el medio de comunicación más accesible e influyente en la sociedad. Un medio de comunicación consciente y respetuoso de las diferencias sociales y la educación podría ser considerado el más importante apoyo en la formación educativa y cultural, no sólo de la infancia, sino de la población en general. Lamentablemente, la realidad es otra.

Este medio de comunicación, lejos de ser un apoyo, ha sido invadido por programas mediocres, de pobre nivel cultural; espacios en los que los mayores atractivos son la violación de derechos fundamentales, el desprecio y la mofa de la dignidad de la persona, la intromisión en la vida privada y la divulgación de ella por los mismos involucrados, con tal de ganar dinero, fama y popularidad; programas que se presentan como los súper héroes de una clase social siempre explotada, engañándola mediante el uso de una máscara de falsa justicia, disfrazando su hipócrita preocupación, regodeándose con el sufrimiento, con la exhibición gratuita de sentimientos y con la carencia económica de un sector de la sociedad (recordemos como en los 90’s, en un talk show una conductora ofreció dinero a quien lamiera axilas de un sujeto totalmente sucio). La televisión está plagada de programas misóginos y machistas, donde priman los estereotipos sexistas; donde se presenta a la mujer como un objeto sexual que sólo debe ser bonito y de comportamientos disforzados para llamar la atención; donde priman las conductas vulgares, violentas y, en ocasiones, sadomasoquistas; donde se ridiculiza a las personas homosexuales y transgénero; y donde los escándalos son cómplices de la mala información y manipulación del Estado para con la sociedad. ¿Es justo exponer a nuestros niños y niñas a tanta bazofia?

Si no te gusta, cambia de canal. ¡No!

Cambiar de canal, optar por actividades culturales o simplemente leer parecen ser soluciones sencillas y menos problemáticas. Tal vez sí lo son, pero sólo para un reducido sector de la sociedad.

Vivimos en un país con diferentes clases sociales y diversos tipos de familia. Las desigualdades económicas son tan grandes como las culturales y éticas; y a eso debemos agregarle la violencia, la inseguridad social e la influencia criminal que algunos reciben desde niños.

Fácil es decir “cambia de canal”, pero también es egoísta. Personalmente, no me afecta ninguno de los programas aquí aludidos. No los veo. Prefiero leer, o ver alguna película del cable, pero, ¿las demás personas qué?

Existe un sector marginado, olvidado, que sólo es utilizado durante las campañas políticas. Ese sector alcanza al 60% de la población (y tal vez más). En ese sector, las oportunidades se esconden, la educación primaria y secundaria son vergonzosas, y los problemas familiares son infinitos.

Todas las familias presentan problemas, ninguna es perfecta; pero si a esos problemas típicos les sumamos la ausencia de padres que trabajan todo el día, por una miseria, para sostener a los suyos; si les añadimos la realidad de los niños que trabajan durante el día (porque el esfuerzo de sus padres no alcanza, o porque son explotados por ellos) y estudian por la tarde; si consideramos que la mala educación que reciben en el colegio es reforzada por la mala televisión, y que tal vez lo único que une a los padres con sus hijos es ese bendito televisor, ¿cuál es el resultado? El resultado es una sociedad sin ética, una sociedad misógina, una sociedad que es engañada todos los días por políticos y personas mediáticas. El resultado es la perdida de la inocencia infantil, las fiestas semáforo, arco iris, etc. El resultado es mayor inseguridad, mayor delincuencia, mayor acoso callejero, y más violaciones sexuales. El resultado es una sociedad podrida.

La televisión se ha convertido en el mejor amigo y asesor social de la niñez y la juventud de bajos recursos. La televisión está formando en ellos, adultos que muy poco o nada saben, ciudadanos que no conocen sus derechos y que no respetarán los de los demás; adultos cuyos principales intereses son el dinero, el sexo y las banalidades. La televisión está formando a los delincuentes y a los políticos del futuro.

Así que cada vez que alguien dice “cambia de canal”, también dice que no le importa el desarrollo de su país; dice que no le importa que la característica más bonita de la niñez, la inocencia, agonice; y también dice que es un egoísta, ignorante, que no conoce su legislación nacional, y que ni siquiera sabe que esos programas violan derechos fundamentales y la ley 28278 (Artículo 40. “Horario familiar: La programación que se transmita en el horario familiar debe evitar los contenidos violentos, obscenos o de otra índole, que puedan afectar los valores inherentes a la familia, los niños y adolescentes. Este horario es el comprendido entre las 06:00 y 22:00 horas”).

¿Cambiar de canal? No señores, no es tan fácil.


Escrito por

noticiasser

Una publicación de la Asociación SER


Publicado en

El blog de Noticias SER

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