Beca 18 y brechas de género
Celina Salcedo
El problema educativo para las mujeres, en la actualidad, no se refiere a logros en los indicadores de cobertura, que en los últimos años avanzaron significativamente; sino a lo que algunas investigadoras llaman la “pedagogía invisible de género” o el “currículum oculto”, que refuerza y reproduce estructuras educativas que lejos de permitir procesos de inclusión e igualdad, incrementa las brechas de género.
Las mujeres continúan estudiando prioritariamente especialidades o carreras que dan lugar a profesiones femeninas, calificadas de segunda categoría, con menor remuneración y reconocimiento social, lo que las pone en desventaja frente a sus pares varones, quienes eligen en mayor número las carreras de ciencia y tecnología; por tanto, con mayores posibilidades de acceder a programas como Beca 18, creada “para alumnos egresados de instituciones educativas públicas con alto rendimiento académico y bajos recursos económicos”, (subrayado nuestro) y orientada sólo a quienes previamente hayan ingresado a la universidad o instituto en carreras elegibles por Beca 18 relacionadas a la ciencia, tecnología e innovación, biología, ingeniería, agronomía y agronegocios.
La población femenina adolescente en situación económica precaria, con un embarazo o con un hijo/hija en brazos, tiene menores posibilidades de concluir sus estudios secundarios y acceder a la educación superior. Según la Dirección Regional de Salud de Ayacucho, en el 2011 se incrementó en 25% el embarazo en adolescentes; mientras que en el Valle del Río Apurímac y Ene (VRAE) el 27% de las adolescentes ya son madres o están embarazadas, condiciones que limitan el acceso de estas mujeres a la educación a través de Beca 18 que, a pesar de que se creó para mejorar la equidad en el acceso a la educación superior, en la práctica “las becas son solo para los solteros y sin familia”.
Es responsabilidad del Estado que las políticas públicas en general y el programa Beca 18 responda a la realidad de la población y contribuya a reducir las desigualdades de género en las oportunidades educativas. En otras palabras, hacer que la educación superior sea realmente accesible a las mujeres y que la igualdad de oportunidades sea un hecho.
Artículo publicado en Revista Retablo Nro. 47. Setiembre 2012. Ayacucho. Asociación SER.