Por: Christian Reynoso

Gerardo Távara Castillo, secretario general de la Asociación Civil Transparencia, opina sobre el tema de la suspensión de los congresistas, el blindaje y la necesidad de transparentar la gestión congresal.

En dos semanas se han suspendido a 4 congresistas por diversos motivos. ¿Qué pasa con el Congreso? Parecería que el hábito de mentir en la Hoja de vida se arregla con una suspensión de 120 días. ¿Qué opina de esto?

Hay que valorar mucho la Hoja de vida como un instrumento que tiene dos finalidades: por un lado que el elector tenga información sobre los candidatos, y en segundo lugar que el sistema político tenga un filtro para escoger los candidatos con mejores cualidades personales y profesionales. Pero eso toma su tiempo. El 2011 se ha aplicado por primera vez con carácter obligatorio y probablemente falte que éstas sean debidamente revisadas antes de las elecciones. Ahora que se están analizando nos encontramos con falsedades de congresistas que ya están instalados, lo cual es una mala señal, porque no se puede mentir en la Hoja de vida.

¿Quién debe hacer esa revisión?

Esta revisión la está haciendo el Jurado Nacional de Elecciones, pero también la puede hacer cualquier persona y los medios de comunicación, ya que las Hojas de vida están publicadas en el portal del JNE. Así, la Comisión de Ética del Congreso recibe denuncias que le llegan de adentro o de afuera del Congreso. Por ejemplo, la Hoja de vida puede ser revisada por una universidad que aparece como si hubiera otorgado un título que nunca dio; o alguna empresa, de la que los congresistas dicen haber sido gerentes cuando no lo fueron. En ese sentido, es tarea de todos el estar vigilantes para poder transparentar la política.

¿Y el Congreso? En todo caso, ¿cómo ve el trabajo de la Comisión de Ética?

El Congreso está prestándole atención a estos documentos al considerar que mentir en la Hoja de vida es una falta ética que no se puede repetir, aunque en algunos casos quede dudas de por qué a un congresista se le sanciona y a otro no.

¿Es suficiente una sanción de 120 días?

En estos momentos esa es la sanción máxima según el reglamento. Por supuesto, hay muchos casos donde hay delitos más graves que merecen el desafuero del congresista. Ahora, hay casos en que la información que no es real en la Hoja de vida, no necesariamente constituye un delito, sino una falta ética que no es lo mismo, de modo que también es importante ponderar las sanciones. No se puede aplicar la misma sanción a distintas faltas. No es igual a ocultar una sentencia o que si soy contrabandista a que me invente un título profesional o que si cambie mi lugar de nacimiento.

El asunto es que si mintieron u omitieron alguna información, nada nos asegura que con 120 días de suspensión no vuelvan a hacerlo.

Ayudaría mucho si los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil difundimos las Hoja de vida de los congresistas. Así, la sanción no solamente será la suspensión y que ese congresista deje de percibir su sueldo durante cuatro meses, sino tendrá la sanción social, el descrédito. La ética pública tiene que ver con el valor de la reputación. ¿Cuánto de importancia le asignamos cada uno de nosotros a nuestra propia reputación? Eso tiene que ver con la cultura, y cómo en nuestra vida cotidiana asumimos que mentir o ocultar información es algo “suave” o “muy serio".

También está el tema del blindaje en las bancadas pese a las pruebas.

El congreso hace mal cuando toma decisiones guiadas por el espíritu de cuerpo. Eso no es lo mejor para el desempeño del Congreso y para la percepción ciudadana. El blindaje forma parte de una cultura política que también hay que ir transformando y transparentando.

¿Y cómo cambiar esa cultura que menciona?

Sabemos hace tiempo que el Congreso es una de las instituciones con menor confianza por parte de la población, sin embargo, en Transparencia estamos convencidos de que necesitamos del Congreso de la República porque no hay democracia sin Congreso, como no hay democracia sin partidos. La conclusión no puede ser: “El Congreso está desacreditado, entonces hay que cerrarlo”. Eso ya lo vivimos. La conclusión debe ser: “¿Qué hacemos para transformar el Congreso? En ese sentido, creemos que si es posible transparentar, por ejemplo, los procesos legislativos. Hay congresistas que están creando sus propios portales de transparencia, y muchos otros utilizan de manera adecuada la semana de representación y viajan a sus regiones y cumplen un conjunto de tareas.

¿Qué cambios deberían hacerse en el funcionamiento del Congreso?

Hay que fortalecer lo que se llama el servicio parlamentario, es decir, seguir cualificando la profesionalización. En ninguna universidad te enseñan a ser un especialista parlamentario y eso es fundamental. Otro punto es la transparencia. El congreso peruano es uno de los pocos en el mundo que transparentan todos sus procesos legislativos. Se puede entrar al portal y encontrar el expediente de una ley, dónde está el proyecto, los proyectos similares, el pre dictamen, el dictamen, las opiniones solicitadas, hasta que se convierte en una ley. Eso es una buena señal, pero hay que ampliar todavía más. Otro punto, equilibrar las comisiones. Hemos detectado que de las 24 comisiones ordinarias solo 5 están presididas por mujeres. En la mesa directiva del Congreso del año pasado y ahora no hay mujeres. Finalmente, es importante que se haga una rendición de cuentas del desempeño del Congreso, de las principales normas aprobadas, de las tareas de fiscalización, del cumplimiento de la semana de representación, etcétera. Por último, es necesario fortalecer las bancadas, que sea una obligación del congresista el hecho de acudir a su bancada de la cual forma parte y que también los congresistas se reúnan por la región que han sido elegidos para fortalecer las coordinaciones con las autoridades regionales y municipales.