El asesinato de cuatro líderes del pueblo indígena asháninka, a manos de traficantes de madera ilegal, ha conmocionado a la opinión pública. Y como en tantos otros casos, ha hecho que un problema que tiene décadas en la Amazonía, recién se convierta en preocupación de las autoridades y los medios de comunicación. 

Sin duda, la indignación es buena, y expresa que a pesar de la negligencia de quienes recibieron los pedidos de protección que hiciera Edwin Chota-el más conocido de los líderes asesinados-, todavía estamos a tiempo de reaccionar frente a una actividad ilegal que viene depredando nuestros bosques, desde hace décadas, y respecto a la cual, los pueblos indígenas de la Amazonía han ejercido una defensa heroica, aunque insuficiente.

No bastan, pues, los golpes de pecho de funcionarios que no cumplieron su labor. Lo que urge son, por un lado, medidas de protección y seguridad para otros dirigentes indígenas que están amenazados de muerte por las mafias de la tala ilegal, y, por el otro, que el Estado entienda que la mayor parte de nuestro territorio está conformado por bosques, y que estos tienen un enorme valor ambiental, cultural y económico.

Decimos esto porque muchos megaproyectos de infraestructura, así como la apuesta del Estado por la producción de biocombustiles en la Amazonía, han contribuido a acelerar el ya caótico y desordenado proceso de deforestación generado por otras actividades ilegales, como el narcotráfico y la minería ilegal, con los consecuentes problemas sociales, en zonas que son las fronteras de un Estado precario y débil.

Por todo ello, en Noticias SER consideramos que el sacrificio de los líderes asháninkas de la comunidad Alto Tamaya Saweto no debe quedar impune, pero, además, debe marcar un punto de inflexión en relación a la presencia del Estado en la Amazonía. Ella no puede seguir librada a su suerte, sin una estrategia ni un plan que ordene el territorio, que incluya a indígenas y no indígenas. Esta presencia debe partir del reconocimiento pleno de los derechos de los pueblos indígenas, quienes han demostrado que están dispuestos a defender la Amazonía, pero no pueden seguir estando solos en dicho esfuerzo.