España: Tiempo de Definiciones
Por Jairo Rivas Belloso
Una corta estancia en Madrid me permite apreciar de cerca los movimientos actuales de la política española. Hasta Perú han llegado noticias sobre el crecimiento explosivo de Podemos, una agrupación que parecía desafiar el escenario político dominado por el Partido Popular (PP), actualmente en el poder, y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). El escenario es algo más complejo que eso.
Una encuesta publicada hace pocos días en el diario El País muestra un empate técnico entre cuatro agrupaciones que aspiran al gobierno español en las elecciones generales que se realizarán a fines de este año: Los dos partidos antes mencionados y dos nuevas agrupaciones, Podemos (surgida luego de la movilización ciudadana de “los indignados”, también conocida como 15-M, y que en el 2011 cuestionó un bipartidismo que se mostraba incapaz de resolver la crisis económica) y Ciudadanos (variante que plantea una renovación de la política, asumiendo banderas liberales).
La foto de abril indica un declive de Podemos en las preferencias electorales, luego de un ascenso fugaz; un rápido crecimiento de Ciudadanos y un repunte de los dos partidos históricos (PP y PSOE). Si bien hace algunos meses el rápido ascenso de Podemos parecía tener un efecto desestabilizador del sistema bipartidista que ha funcionado en las últimas cuatro décadas, al detenerse dicho crecimiento se abre un panorama con desenlace incierto, pero que parece alejarse de una ruptura total del orden existente. Lo que parece configurarse, más bien, es un escenario donde se ampliará el número de partidos significativos, lo que en términos de Sartori equivale a decir con posibilidades de formar gobierno (o de vetar acciones de gobierno).
En ese sentido, las recientes elecciones regionales y municipales en Andalucía, realizadas el pasado 22 de marzo, constituyen una muestra de lo que puede ocurrir en las elecciones municipales y autonómicas, previstas para el 24 de mayo, así como en las elecciones generales de fin de año. Pese a las insistentes críticas contra los partidos históricos, el PSOE obtuvo la victoria en la Comunidad Autónoma, aunque al no obtener la mayoría absoluta, tendrá que establecer alianzas con alguna de las otras tres agrupaciones para formar gobierno (característica propia de los regímenes parlamentarios). El escenario resultante no es, desde luego, una derrota de los partidos históricos, pero sí muestra la consolidación de opciones políticas nuevas que obtienen un creciente apoyo ciudadano.
Frente a este escenario, empiezan a mostrarse las estrategias electorales de cara a las elecciones de mayo. El PP está resaltando los supuestos logros obtenidos en sus esfuerzos por superar la crisis económica, mientras que el resto de partidos cuestionan los enormes costos sociales impuestos por las políticas del PP y los escandalosos casos de corrupción evidenciados durante este gobierno (frente a los cuales los líderes del PP permanecen inmutables). Por otra parte, los dos partidos tradicionales han evidenciado su capacidad de movilizar importantes recursos a su favor (económicos, maquinarias electorales y apoyo de medios de comunicación) y están apelando a discursos que insisten en la estabilidad del sistema político frente a la incertidumbre que generaría la victoria de las nuevas agrupaciones. El PSOE, en particular, se está promoviendo como la alternativa de un “cambio seguro” (en el mejor estilo del “cambio responsable” de Alan García en las elecciones de 2006), eludiendo de este modo las críticas sobre su responsabilidad en la mala gestión de la crisis durante el pasado gobierno de Zapatero. Por último, las nuevas agrupaciones están enfrentando diversos cuestionamientos, especialmente Podemos. Presumo que, en parte, su caída en las preferencias electorales se debe a que no ha mostrado respuestas eficaces ante estas críticas.
Independientemente de los resultados, parece que España se encuentra en un momento de transición. Parte de ella se expresa en los nuevos liderazgos que surgen de una nueva generación de políticos (Pablo Iglesias en Podemos, Pedro Sánchez en el PSOE y Albert Rivera en Ciudadanos son los ejemplos más saltantes), aunque varios de los candidatos que se perfilan para las siguientes elecciones todavía constituyen cuadros de los partidos.
En todo caso, el cambio más importante parece ser el paso de un sistema bipartidista hacia uno multipartidista. Los actores tradicionales ven en esta situación un signo de inestabilidad, pero, temores aparte, la situación parece orientarse hacia la incorporación de nuevos actores en el escenario político, lo que, a su vez, puede generar nuevas posibilidades de ampliación y fortalecimiento del sistema democrático español.
Escrito por
Una publicación de la Asociación SER
Publicado en
Otro sitio más de Lamula.pe