Como todos los años, el 24 de junio se celebra el Día del Campesino. Con el correr del tiempo, la fecha va pasando cada vez más desapercibida, a pesar de la relevancia que los hombres y las mujeres del campo siguen teniendo, tanto en su condición de productores agropecuarios como en los diferentes roles que cumplen, pese al acelerado proceso de urbanización de nuestro país y a las enormes transformaciones vividas por la sociedad rural en las últimas décadas. 

La indiferencia no es solo estatal, ya que la comparten medios de comunicación, partidos políticos y una opinión pública normalmente desinformada sobre los problemas del campo. Es evidente que en las últimas décadas, la familia campesina ha sido vista fundamentalmente como mera beneficiaria de programas sociales, bien o mal diseñados, que han buscado sacarla de la pobreza extrema, dándole ingresos y recursos que le permitan sobrellevar sus limitaciones, y dedicando menos recursos a trabajar en programas que potencien sus capacidades y las condiciones que tiene para seguir desarrollando el enorme capital que nos brinda la compleja biodiversidad con la que cuenta nuestro país.

De otro lado, los grandes proyectos extractivos, que en su mayoría se desarrollan en zonas rurales de la sierra y la selva, han generado un nuevo ciclo de conflictos que afectan directamente la vida del campesinado, sea comunero o pequeño propietario individual. No en vano han surgido diversas formas de confrontación en defensa de la tierra y el territorio, las mismas que han llevado a la reemergencia –más en algunas regiones que en otras- de una revaloración de la condición étnica, más allá de que se use o no el término “indígena”.

Sin embargo, el Estado, evadiendo sus responsabilidades y sus obligaciones, se ha resistido a reconocer el derecho a la consulta previa y ha emitido diversas normas que afectan los derechos de las comunidades y de los pequeños propietarios. Todo ello con la finalidad de facilitar el desarrollo de diversos proyectos que son propiedad de grandes corporaciones trasnacionales, y vulnerando la ley, la Constitución y otros compromisos internacionales, como el Convenio 169 de la OIT.

En Noticias SER no solo queremos saludar a los campesinos y campesinas de todas las regiones del país, sino ratificar el compromiso que la Asociación SER tiene con ellos y ellas en la defensa de sus derechos, en el desarrollo de diversas acciones para mejorar sus condiciones de vida, y el pleno ejercicio de su ciudadanía. Del mismo modo, queremos recordarle al Estado peruano que su indiferencia y su negligencia para responder a las demandas y necesidades del campo son parte de las razones centrales de la pobreza rural, y la principal fuente de conflictos de nuestro país.